Mi amor sincero se derrumba al escucharte.
Lucharé por ti y por tu alma. Será mía.
No moriré sin sentir tu corazón.
Volverá a mí, será para mí.
Sentirás como nunca has sentido.
Serás la energía que se propaga tras tocar el cielo de lo infinito.
Bajo mi piel encontrarás el tesoro que jamás habías imaginado en la faz de la tierra.
Huye conmigo bajo las tempestades del mundo.
Mientras, sentiremos nuestras esencias al límite de la vida.
Dueño de mí, dueña de ti.
Eres la belleza de mi alma, mientras bailan tus emociones por mi cuerpo.
Viaja en mí, nada en mi locura.
Tu locura.
Caramelo de mi vida.
Si me sueltas, ya no caigo.
Respiro hasta tu cuerpo para naufragar en tus idas y venidas, en el desequilibrio de tu mirada.
De tus decisiones soy el guardian, quien ama sin saber la solución de tu dueño.
No quiero respirar sin el oxígeno de tus besos.
Muerde mi amor cuando quieras, cuando la cercanía nos permita tocar el derroche.
Muerde la sabiduría de mi amor, cuando tu desenfreno se instala en mi cuerpo.
Come el plato del triunfo que te regala mi alma.
E.d.L.
Nadia escribe
lunes, 3 de diciembre de 2012
sábado, 27 de noviembre de 2010
Aquí
Recuerdos vuelan hasta aquí,
sin ser nada,
sin ser carne.
Quién dio su corazón para que yo latiera,
para que en el camino de mi vida,
pisara rosas.
Me oxigenaste con tus pulmones,
me arrancaron de ti...
Guardaste mi corazón hasta los últimos minutos,
tú sólo necesitabas mi felicidad,
te fuiste de aquí...
te fuiste para siempre.
E.d.L.
sin ser nada,
sin ser carne.
Quién dio su corazón para que yo latiera,
para que en el camino de mi vida,
pisara rosas.
Me oxigenaste con tus pulmones,
me arrancaron de ti...
Guardaste mi corazón hasta los últimos minutos,
tú sólo necesitabas mi felicidad,
te fuiste de aquí...
te fuiste para siempre.
E.d.L.
viernes, 18 de septiembre de 2009
Último día
Cuando te ví en la morada de la muerte,
sentí que ya no existías.
Tu pálido rostro acurruqué,
caliente y completamente terso,
como si la vida no hubiera dejado huella en tí
de su larga existencia.
Abracé tu cuerpo sin aliento,
mientras mis lágrimas, que caían por mi rostro,
se iban contigo.
Dejé la vida por unos instantes,
para reunirme contigo,
pero volví a ella.
Sin vivir llevo meses,
sin rumbo o con sentido a ninguna parte.
E.d.L.
sentí que ya no existías.
Tu pálido rostro acurruqué,
caliente y completamente terso,
como si la vida no hubiera dejado huella en tí
de su larga existencia.
Abracé tu cuerpo sin aliento,
mientras mis lágrimas, que caían por mi rostro,
se iban contigo.
Dejé la vida por unos instantes,
para reunirme contigo,
pero volví a ella.
Sin vivir llevo meses,
sin rumbo o con sentido a ninguna parte.
E.d.L.
lunes, 2 de junio de 2008
Oscuridad
Vuelo, incomoda entre las nubes siempre vuelo.
Si la noche me atormenta, huyo del desierto.
Vuelvo a enredarme en tu azabache,
y tras ello, toco el sentir de mis entrañas
que gritan de placer en celo.
Fusiono tu infinito en el mío,
mientras entro en el estrecho laberinto de lo negro.
En la indiana locura del sentir placentero,
de las miradas furtivas, mientras se esconden los cuerpos.
Si la noche me atormenta, huyo del desierto.
Vuelvo a enredarme en tu azabache,
y tras ello, toco el sentir de mis entrañas
que gritan de placer en celo.
Fusiono tu infinito en el mío,
mientras entro en el estrecho laberinto de lo negro.
En la indiana locura del sentir placentero,
de las miradas furtivas, mientras se esconden los cuerpos.
E.d.L.
Tedio
Tantas noches de insomnio pasamos prefiriendo la luna,
cantando y encantando las cuerdas.
Y aquél que nos sedujo tramó una barca,
que adora la ola y ama viajar.
Entonces despertamos para hallar nuestros poemas,
una queja que llora y se querella contra el destino.
Dejemos pues que los días seduzcan a otros,
nada nos queda sino tedio.
No preguntéis por nos, porque en nuestros ojos
el silencio ha resecado tanto la lluvia como el rocío.
El destino nos ha golpeado, pero no herido ni
ha removido en nuestra hondura más que una piedra.
Si mirásemos, veríamos a nuestra sombra
acarreando un vestigio de cada muerte.
Dejemos pues que los días seduzcan a otros,
nada nos queda sino tedio.
Fahd Abu Khadra
sábado, 5 de abril de 2008
Esperanza
Sigo colgando mis esperanzas
en las señales de la playa que se prepara
en las señales de la playa que se prepara
para la inminente llegada del verano.
Al círculo de arena no le importa
el significado de la escritura
ni el ciclo de la ola es visible al ojo desnudo.
Soy amigo del amigo del mar
y enemigo del enemigo de la tierra.
Entre esos dos nada hay, sino aire
del que algo se funde en el raudo viento,
y algo es lento como una tortuga.
Entre velocidad y lentitud,
inhalo la soledad que queda.
Mi reloj se ha vuelto inútil para todos,
excepto para el único que se lo pone.
Hay un atraso de tiempo entre un lado
del mar y el otro.
Un lugar queda marcado sólo por aquel que lo ama.
Colgaré, pues, mis esperanzas
en el cadalso de la lejana esperanza
a veces aquí, a veces allá
y cuando llegue el tiempo justo
mi reloj quedará sin manecillas.
Naim Araide (Alta Galilea)
Al círculo de arena no le importa
el significado de la escritura
ni el ciclo de la ola es visible al ojo desnudo.
Soy amigo del amigo del mar
y enemigo del enemigo de la tierra.
Entre esos dos nada hay, sino aire
del que algo se funde en el raudo viento,
y algo es lento como una tortuga.
Entre velocidad y lentitud,
inhalo la soledad que queda.
Mi reloj se ha vuelto inútil para todos,
excepto para el único que se lo pone.
Hay un atraso de tiempo entre un lado
del mar y el otro.
Un lugar queda marcado sólo por aquel que lo ama.
Colgaré, pues, mis esperanzas
en el cadalso de la lejana esperanza
a veces aquí, a veces allá
y cuando llegue el tiempo justo
mi reloj quedará sin manecillas.
Naim Araide (Alta Galilea)
jueves, 3 de abril de 2008
MORIR EN LA POESÍA
Caminamos hacia el mar despidiéndonos del sol
que se sumergía en una ola.
que se sumergía en una ola.
Ella me dijo:
La poesía está prohibida, como el vino,
pero yo en la poesía muero.
La poesía está prohibida, como el vino,
pero yo en la poesía muero.
¿Quién es Lara, Aisha
o este horizonte cerrado?
Le respondí: Ella es el amor perdido y el tiempo ausente,
y si quieres más,
ven, sumerjámonos en el mar.
o este horizonte cerrado?
Le respondí: Ella es el amor perdido y el tiempo ausente,
y si quieres más,
ven, sumerjámonos en el mar.
(Del poemario: El jardín de Aisha, 1989).
Abd Al Wahhab Al Bayati.
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